Narcocorridos, violencia y censura: lo que el neuromarketing nos enseña

Narcocorridos, violencia y censura: lo que el neuromarketing nos enseña

La clase política mexicana cree haber descubierto el hilo negro.
Censurar narcocorridos.
Prohibir conciertos.
Apagar la violencia con un decreto.

¿Funciona?

El neuromarketing y psicología tienen mucho que decir.
Y lo que dicen no es lo que nuestra presidenta y diputados quieren escuchar.

Narcocorridos y neuromarketing: sentir antes de pensar

Las neurociencias lo dejan claro:
Las personas no reaccionan racionalmente ante estímulos culturales.
Reaccionan emocionalmente.

Los narcocorridos no se analizan.
Se sienten.

Las letras conectan con experiencias profundas: miedo, dolor, lucha.

El problema no es la letra.
Es el contexto que le da sentido.

Narcocorridos: espejo de la violencia, no su motor

Estudios de Ernest Armstrong (1994) lo demuestran.
Rap, country y otros géneros hablan de violencia, drogas y crimen.
¿Resultado?
No generan comportamientos violentos.

Cantar sobre armas no dispara balas.
Cantar sobre traiciones no mata a nadie.

Los corridos bélicos y tumbados son narrativas.
Son espejos de un México desigual y en guerra consigo mismo.

Censura emocional: el error que el neuromarketing predice

El neuromarketing enseña que prohibir contenidos altamente emocionales aumenta su atracción.

Cuando censuras narcocorridos, no reduces su poder.
Lo amplificas.

El contenido prohibido se vuelve más deseado. Más viral. Más simbólico.

Prohibir narcocorridos es crear estrellas en las plataformas musicales.

Curiosidad mórbida: la explicación científica de Scrivner

Coltan Scrivner (2020) redefinió la curiosidad mórbida.
Ya no es una enfermedad.
Es un rasgo adaptativo.

Las personas exploran temas de muerte, dolor o violencia y los prepara biológicamente para enfrentar el peligro.

Paramédicos, policías, periodistas, soldados…
Todos cultivan esta curiosidad como escudo psicológico.

El público de narcocorridos también.
El 95% lo escucha no para glorificar.
Escuchan para entender.

Y para sobrevivir emocionalmente a su entorno o reírse de el.

El estudio de Fearing: música y violencia no se correlacionan

Autumn Fearing (2020) analizó más de 4,000 eventos musicales en EE. UU.
¿Conclusión?
El hip-hop no genera más violencia que otros géneros.

¿Aplicable a Peso Pluma o El Komander?
Totalmente.

Las canciones no crean pandillas.
Las canciones no distribuyen armas.

Lo que hace crecer al crimen organizado son factores estructurales.
No los acordes de una guitarra.

Narcocorridos, clase social y censura hipócrita

Pero esta censura no es neutral en México.

La música de los barrios populares —corridos, rap, reggaetón— es criminalizada.
Mientras que Tarantino, Taibo II y otros artistas “cultos” pueden narrar violencia sin ser perseguidos.

¿Por qué? Porque hay un sesgo de clase.

El problema nunca fue la violencia en el arte.
Fue quién canta esa violencia.

Y los narcocorridos son la voz de los olvidados (de los nacos indeseables).
Por eso incomodan tanto.

Neuromarketing de la prohibición: lo prohibido emociona más

Otro principio de neuromarketing:
La emoción fuerte = mejor retención de mensaje.

Prohibir narcocorridos genera:

  • Mayor morbo.
  • Mayor viralización clandestina.
  • Mayor arraigo cultural.

Cada prohibición es gasolina para la narrativa popular.

Cada censura convierte un sencillo musical en símbolo de resistencia.

La raíz verdadera de la violencia en México

Mientras queman discos y clausuran escenarios, las causas reales siguen intactas:

  • Corrupción política.
  • Impunidad judicial.
  • Desigualdad sistémica.

Los narcocorridos no reclutan sicarios.
La falta de futuro sí.

La música no mata.
La exclusión sí.

Música como catarsis colectiva, no como amenaza

Los narcocorridos no glorifican la sangre. Nombran el dolor.

Narran la crudeza de comunidades que el Estado olvidó.

La música, como enseñan los estudios de Scrivner, Armstrong y Fearing, procesa el trauma colectivo.

Censurarla es negar la herida. No sanarla.

¿Y entonces? ¿Qué propone el neuromarketing y la ciencia?

  1. Entender que la música conecta emocionalmente, no racionalmente.
  2. Aceptar que el consumo de narcocorridos responde a necesidades emocionales.
  3. Atacar las causas estructurales de la violencia, no los síntomas culturales.
  4. Penalizar actividades ilícitas comprobadas, no expresiones artísticas.
  5. Construir políticas públicas basadas en evidencia científica, no en moralismos baratos.

Conclusión: el error de matar el reflejo

Censurar narcocorridos no mata la violencia.
Mata el espejo que la refleja.

El verdadero enemigo no es la banda del palenque.
Es el Estado fallido.

Prohibir letras incómodas no salva vidas.
Solo adormece conciencias.

Mientras haya desigualdad, corrupción y dolor, habrá narcocorridos.
Y habrá quien los escuche.

No porque aspiremos a delinquir.
Sino porque necesita entender la herida para sobrevivirla.

El neuromarketing y los estudios culturales lo dejan claro:
No es la música la que enciende la violencia.

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